No me costaba impresionarte, siempre busco hombres así, que les falta vivir... recuerdos las veces que salimos por Valparaíso, caminábamos y nos sentábamos a beber o comer algo, no parábamos de conversar, con cada cosa que te decía para gustarte tus ojos brillaban más. Soy experta siendo lo que quieren que sea o quizás sólo muestro lo mejor de mi de manera exagerada o quizás soy buena mintiendo (me). Me encantaba la forma con la que me mirabas y como te dejaba cada vez que hacia notar que no estaba muy involucrada, en ese momento no podía entregar nada, sólo necesitaba recibir amor. Fui egoísta, tenía tanto miedo a quedarme sola, que tu pecho aunque me parecía extraño era un lugar seguro, donde tenía protección. Tus cientos de muestras de amor terminaron por conquistarme o por doblegarme, aún no sé si realmente fue amor o me dejé querer y me enamoré del amor que me dabas, de lo bien que me hacías sentir conmigo misma.
Cuando pienso en quien eras cuando te conocí, recuerdo un joven del sur, de pelos tiesos y algo largos, con bastante barba, no sabías combinar tu ropa, eras cumplidor e inteligente, ingenuo para algunas cosas, desconfiado para otras y algo que no me dejaba indiferente era tu ego y ese deseo de aprobación que mostraba tus inseguridades. Con el tiempo algunas de estás cosas cambiaron, yo te invité a hacerlo, tú accediste, el error, dejaste de ser tu mismo y yo cedí demasiado para ser aquello que esperabas de una mujer, nos perdimos, cuando yo brillaba tu dejabas de hacerlo, cuando tu brillabas yo desaparecía.
Tantos lindos momentos mermados por dos personas perdidas en sí mismas, vulnerables, uno queriendo ser amado sin importar sus límites y el otro queriendo ser amado por la persona que le quitó un poco de ego.
